Tesla abrió los ojos y un dolor de cabeza se apoderó de sus sienes. No estaba seguro si se encontraba en la realidad o seguía soñando. No lograba acordarse de nada, no guardaba ningún rastro de memoria de alguna temporalidad antes de abrir los ojos, sin embargo recordaba la luminosidad de algo que sabía que no existía. Empezó a tratar de forzar su memoria sobre lo sucedido pero no podía recordar ni siquiera las ideas que recientemente había tenido en su mente. Pero esa luminosidad persistía en su recuerdo y empezó a invadirlo completamente.
Su obsesión por la luminosidad, que no recordaba su origen, se apoderó de su mente que siempre iba engranando partes mecánicas dentro de su cabeza. Lo invadía en sueños, a la hora del baño, en el momento de tomar un libro, llegó al punto que no podía dormir. Inventaba aquí y allá, se movía en su taller improvisado de materiales reciclados, trazos de pintura que yacía sobre los espacios que lo circundaban pero nada de esto parecía distraerlo de aquella imagen. Dibujaba, inventaba, desmontaba y regalaba los inventos a las personas que pasaban al frente de la residencia que se caía en cantos. Las cartas de la gente a quien él le debía dinero se apilaba por todos lados, más todo aquello no le importaba. Nada lo llenaba lo suficiente, había puesto su esperanza en que aunque fuera al azar podría recrear en alguno de sus inventos, la fuente de aquella luminosidad. La luminosidad lo invadía de manera dolorosa en sus pensamientos. Empezó a pensar que no había sido un sueño sino que en efecto lo había visto. Se obsesionó con la idea de que esa luminosidad pertenecía a otra temporalidad diferente ya que nada a su alrededor le hacía justicia a lo que él había experimentado.
Empezó a construir un marco hecho con el metal derretido de las cosas que reciclaba por ahí. Se olvidó de comer en el restaurante Delmonico y de alimentar a las palomas. Siguió vistiendo de la manera impecable y sencilla que le caracterizaba pero su cabeza colapsaba dentro de sí mismo. De alguna manera debía recrear lo que había vivido, sin importar lo que esto le costara. No sabía ni siquiera qué lo dirigía a construir lo que estaba construyendo pero solamente una cosa podía saber de seguro. Lo que sea que había visto, existía aunque fuera de la temporalidad existente. Al cabo de varias semanas, pudo ver materializarse una máquina del tiempo y espacio. Pensó que si lo había visto, quizás en un futuro podría verlo manifestado, y por tanto, podría rastrear su origen. Estaba listo para utilizar la máquina en cualquier momento, pero estuvo en espera de una noche tormentosa para que la antena pudiera capturar la energía del rayo. Tesla estaba sentado en la silla leyendo Frankenstein de Mary Shelley cuando escuchó a lo lejos un trueno. Salió de manera precipitada con sus inventos en una carretilla. Colocó todo en dirección a la que se aproximaba la tormenta, deduciéndolo por la dirección del viento. Se sentó pacientemente en la silla, mientras observaba la portada de Frankenstein. Luego miró los rayos que se desprendían de las nubes y pudo ver una concepción parecida de lo que había visto. Su corazón latió más rápido y supo inmediatamente que su deducción había sido la correcta. La antena de metal fue impactada por un rayo, poniendo a funcionar todo el mecanismo y llevando la energía hacia el improvisado sombrero de metal que tenía en su cabeza.
Abrió los ojos, y se encontró en una sala completamente blanca. No tenía noción de donde se encontraba, pero sin embargo podía sentir el peso de aire con cierta familiaridad. Uno seres indescriptibles le esperaban alrededor de la camilla. La comunicación no verbal de aquellas criaturas le daba a entender a Nicolás Tesla, que en efecto le estaban esperando. Uno de esos seres se acerca de manera misteriosa a Tesla y lo mira minuciosamente. Luego, le hizo un ademán para que le tomara una de las extremidades. Tesla, un poco dudoso pero definitivamente hambriento por la curiosidad lo toca.
Vio imágenes de cómo estos seres provenían de un espacio no identificado en el universo, y como ellos, fascinados por la simpleza de la raza humana, decidieron visitar el planeta Tierra. Luego de observar pudieron deducir que la desigualdad entre los seres humanos era parte de la composición natural de la raza. Deciden observar a aquellos que sobresalían de las masas y cómo se desempeñaban en beneficio de la colectividad. Se encontraron con que el ser humano era ambicioso, cruel y egoísta con sus bienes materiales. Lo seres se sintieron infectados por tales emociones que decidieron abandonar la misión y nunca volver a pisar tan desdichado planeta que poco a poco iba al borde de la destrucción. Cuando estuvieron a punto de partir se percataron de este hombre que se encontraba en un taller improvisado y con una pila de cartas. Le ofrecía uno de sus inventos a un hombre. Ellos quedaron fascinados con el nivel de desprendimiento y la facilidad de aquel ser en dar algo de su creación a otra persona. Nicolás Tesla pudo identificar que era él inmediatamente. Fue capturado mientras dormía y fue llevado a la sala que se encontraba para poder estudiarlo.
Tesla se sentía completamente anonadado por toda la cantidad de información que estaba recibiendo debido al contacto con ese ser. Pensó cómo podía darle una retroalimentación de todo lo que había visto, pero ese pensamiento interrumpió el fluido de imágenes de su cabeza y pudo entender que el ser le había entendido. Luego, Tesla se tropezó con la respuesta que no esperaba: él iba a ser capaz de poder evocar esa luminosidad. Desde el momento en que estuvo en la sala supo que lo había visto ahí, por tanto esa no era la pregunta que le invadía el corazón. Pero el ser pudo ver el motivo de su obsesión, y le comunicó la confirmación que tanto buscaba. Pero luego, el ambiente cambió abruptamente.
Los seres temieron a la misma vez que Tesla tuviera demasiada información y contacto con ellos. Se habían dado cuenta que era un ser brillante pero como habían observado, la inteligencia acarrea a su vez ambición y muchas emociones que cargan con una noción destructora. Tesla temió, por un momento, que lo asesinaran, pero el ser que aún le tocaba la mano, en una expresión iracunda, fulminó el sentimiento colectivo. Entonces el ser presionó la mano más fuerte y le comunicó una petición para probar el alma de Tesla.
Nicolás vio las imágenes de él destruyendo la máquina del tiempo y espacio; y luego se vio a sí mismo recreando la luminosidad que había estado en su mente por muchos meses. Luego de una pausa de segundos, en donde las imágenes se convertían en niebla, vio como él compartía la máquina del tiempo con los demás de su especie y se glorificaba de aquel invento. Luego el ser le soltó la mano y esperó su respuesta. Tesla nunca se había sentido tan dudoso en su vida. Gracias al efecto de la impresión que había hecho la luminosidad,, había creado algo más trascendental. Se sintió tentado por ciertos segundos pero luego cerró los ojos. Extendió la mano para que el ser lo tocase y el ser lo tocó.
El ser vio que, en efecto, Nicolás había dudado de su respuesta. Pero a su vez, pudo ver la lucha de su alma por la vanagloria y como él, sabiendo el peligro que exponía su invento a su existencia y la existencia de la raza humana, prefería destruirlo y crear esa luminosidad para el servicio de la humanidad. Ni siquiera el ser pudo ver una imagen de Nicolás presumiendo de su invención sino de un hombre que cedía lo que fuese que inventaba. El ser apartó su extremidad y comunicó la respuesta de Tesla. Silencio. Se sentía observado y bajó la mirada. Luego, poco a poco el ambiente se volvió más liviano... y a los lejos escuchó un trueno.
Nicolás Tesla despertó en la máquina del tiempo y espacio que se encontraba en el patio. Rápidamente, se levantó de la silla y resuelto a lo que había decidido destruyó la máquina del tiempo. Los dibujos, los componentes líquidos e incluso los materiales fueron desechados en un lugar sumamente remoto de la casa de Tesla. Sabía de su debilidad humana, y por eso, sabía que estaba tomando la decisión correcta.
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