Wednesday, November 12, 2014

Mantra nocturno

En otra vida podré amarte
mejor
de lo que hice en esta.

Ese es mi mantra todas las noches
frente al espejo,
cuando corto las palmas de mis manos.
Ya hice demasiado daño
para dejarlas ilesas,
ellas entienden.

Sin embargo, soy yo la que no entiendo
lo último que leí sobre él
decía que si lo amaba
no lo hubiera destruido.

Sería más fácil pensar que no lo amé,
y olvidar de golpe lo sucedido.

Pero la culpa no me persigue,
porque he vivido toda mi vida en ella
me persigue el deseo de rellenar sus grietas
con caricias que sólo sean dedicadas a su piel.

Ofrecerle los universos
con el desenvainar de mi espada
que es la palabra,
tan poca cosa al lado de sus palabras
pero que sólo le pertenece a él.

Cuando recuerdo su rostro,
Se borra su sonrisa
y sus muecas de ternura...
Sólo recuerdo la furia
Y a Odín estancado
                               en su pecho.

Y aún así no tengo miedo, aunque debería
aún así me expondría a su furia
para que me destruya de una buena vez
y amarlo mejor en una próxima vida.

Sol

Mi mamá, cuando pequeña me dijo
que no mirara tanto al sol;
que me iba a quemar las pupilas.

Hoy miré tus ojos….
y mi alma quedó en
                                cenizas

Una canción de cuna para el fuerte herido

Los puños de agua recorren
                                              viejas grietas
y las dudas se acumulan como
mar de estrellas y espacios vacíos.

¿Cómo mirarte de lejos sin que me duela?
¿Cómo escribirte con estas manos
                                                        puntiagudas y fragmentadas?

Mis palabras fueron vapor,
en una cascada de promesas
un altar de miedos y furias,
fueron mis brazos.
Columnas de fuego y humo que se resistían
                                                                      a ser polvo.

Nunca supe si confiar en tus caricias
o en mis hematomas previos:
me empeñé en creer que podrías destruirme
y olvidarte de mí de un sólo golpe.

Ojalá hubieras desgarrado mi piel,
para sacar estos huesos molidos por sus golpes
era un alma que no sabía amar sin miedo
que quiso advertir y no supo,
que quiso salvarse y no pudo.

Sigo destilando odio hacia mis actos
aunque pase el tiempo con su espacio y huyas de mí
me regodeo en la nada que dejaste atrás,
                                                              en mi destierro.

Me hice ciudadana de una lengua muerta
apenas puedo articular sobre alas y anclas
sobre esquinas olvidadas y telarañas en desuso;
pero si puedo hablar de los hogares en ruinas
de los recuerdos que se esfuman con el tiempo
de las veces que callé los chillidos heridos...

Besaste mi costilla, para encontrarte desecho
olvidaste el esqueleto de algún beso mío
las caricias se sustituyeron por su antónimo

Trituré mis ganas y mis sueños
quise hacer hogar en tus grietas
cuando ya era demasiado tarde
ya tu corazón no daba más;
ya no podías salvarme.

Los puños de agua desgastan
                                                la piedra
Tú, piedra, fortaleza herida...
Eres la fortaleza que huye
De un oleaje extinto de puños
                                               y cimientos rotos.

Wednesday, September 24, 2014

SSMM

Quise escapar de mí, y te usé como puente

quise purgar mis demonios con fuego

y tomé tu cuerpo -antorcha- como sacrificio.

Después de varios lapsos de tiempo

muerto, donde el instante ya no palpita,

me sumerjo en tu recuerdo, y pido perdón

en silencio, a gritos y a medias.

Pienso en tu piel caliente del trópico

lejos de mi huracán de vidrios rotos,

lejos de la mujer de los ojos llenos de bravíos,

de olas sucias de algas y de arena.

Rezo, sin creer en ese libro,

sin creer en ninguno de tus libros regalados,

tratando de nunca olvidar tu sonrisa de oro y perlas.

 

Rompí los pedacitos de ti, con mis vidrios

y aún no puedo montar tu rompecabezas...

 

Y todas las noches, tu cuerpo caliente,

tu aliento de toro, inunda mis ojos

de lágrimas, ríos de agua sucia...

nunca pude purgar mis demonios

con tu cuerpo en llamas,

más el puente dejó de ser puente

desde el instante en que di la espalda

y caminé hacia donde (tú) no estabas.


Monday, September 1, 2014

Día 30

Me reclino en mi sillón desgastado,
produzco unos anillos de humo
con mis labios,
teniendo en cuenta que esto
sucedería,
y me quedaré con las ganas
-y se acabaron las excusas-
para buscarte.
Posiblemente has quemado mis fotos,
me has escrito 10,000 elegías
me maldigas por lo alto de tu cabeza
y me entierres debajo de tus pies.
Posiblemente quedé como el capítulo
negro, extirpado, canceroso
de tu memoria, en donde no recuerdas
de lo bueno,
Seré la maldición impronunciable,
el cucos de los niños,
nuestros niños sueños que apenas
abrieron sus ojos y pudieron admirar la luz.

Lo poco que queda de mí,
la poesía -si acaso
la tuve entre mis manos
en algún lapso de tiempo-
será el espacio que siempre te pertenecerá.
Ya los niños sueños han muerto,
así como los recuerdos hermosos,
y aunque escupas mi memoria
y te defeques en mis lágrimas secas
                                                       de tu apartamento...
aquí puedo tocarte y no me da miedo,
el perderte ya no me da tanto miedo.

Thursday, August 14, 2014

2014

Tu pérdida es llorar sobre agua derramada,
por más que trato de recogerte
-entre mis manos-
te escapas.

Te deseé desde el día en que supe
que tenía la capacidad de ver un pedazo
de mí y de él, como parte del
universo de tu pequeño cuerpo.
Te me fuiste, arrastrado por los golpes
del río, ¿quién soy
para juzgar a Abraham
por sacrificar a su hijo?
Te presenté al matadero como sacrificio,
aunque rodeé mi vientre con mis débiles brazos,
aunque mis hematomas lloraron lo que te correspondía.
Llorar por agua derramada es mi acto egoísta,
ya que nunca tuve fuerzas para defender(te/me)
y es sólo una muestra de que no te merecía.

Día Uno

Las mariposas revolotean
en este cuarto con apenas dos ventanas,
me indican que tus espejuelos están sobre el escritorio,
que volverás en minutos para pedírmelos.
Siempre seré tus ojos, los que buscan tus espejuelos
y de una vez acarician tu mejilla y tus vellos rojos.
Entonces, me acerco y veo
que tus espejuelos no son tuyos, son los míos
y que ya no escucharé tu aliento a Yunque
pidiendo tus espejuelos
porque ya no estás para necesitarlos.