Quise escapar de mí, y te usé como puente
quise purgar mis demonios con fuego
y tomé tu cuerpo -antorcha- como sacrificio.
Después de varios lapsos de tiempo
muerto, donde el instante ya no palpita,
me sumerjo en tu recuerdo, y pido perdón
en silencio, a gritos y a medias.
Pienso en tu piel caliente del trópico
lejos de mi huracán de vidrios rotos,
lejos de la mujer de los ojos llenos de bravíos,
de olas sucias de algas y de arena.
Rezo, sin creer en ese libro,
sin creer en ninguno de tus libros regalados,
tratando de nunca olvidar tu sonrisa de oro y perlas.
Rompí los pedacitos de ti, con mis vidrios
y aún no puedo montar tu rompecabezas...
Y todas las noches, tu cuerpo caliente,
tu aliento de toro, inunda mis ojos
de lágrimas, ríos de agua sucia...
nunca pude purgar mis demonios
con tu cuerpo en llamas,
más el puente dejó de ser puente
desde el instante en que di la espalda
y caminé hacia donde (tú) no estabas.
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