En otra vida podré amarte
mejor
de lo que hice en esta.
Ese es mi mantra todas las noches
frente al espejo,
cuando corto las palmas de mis manos.
Ya hice demasiado daño
para dejarlas ilesas,
ellas entienden.
Sin embargo, soy yo la que no entiendo
lo último que leí sobre él
decía que si lo amaba
no lo hubiera destruido.
Sería más fácil pensar que no lo amé,
y olvidar de golpe lo sucedido.
Pero la culpa no me persigue,
porque he vivido toda mi vida en ella
me persigue el deseo de rellenar sus grietas
con caricias que sólo sean dedicadas a su piel.
Ofrecerle los universos
con el desenvainar de mi espada
que es la palabra,
tan poca cosa al lado de sus palabras
pero que sólo le pertenece a él.
Cuando recuerdo su rostro,
Se borra su sonrisa
y sus muecas de ternura...
Sólo recuerdo la furia
Y a Odín estancado
en su pecho.
Y aún así no tengo miedo, aunque debería
aún así me expondría a su furia
para que me destruya de una buena vez
y amarlo mejor en una próxima vida.
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